A pesar de que puede ser perfectamente una de las dos personas con las que más he hablado en mi vida, yo suelo escuchar los voices que deja Leo en su canal de Whatsapp.
Puedes suscribirte acá. Vale que jode la pena, de verdad.
Honestamente, no se por qué lo hago. Creo que lo lógico es que es que realmente me parece entretenido e incluso sabiendo las historias que cuenta de manera personal, siempre hay uno que otro detalle que cuenta en su trinchera creativa que yo no percibo.
Yo no estoy claro si Chris y Leo consumen mis vainas. Tengo poco input de su parte cada vez que hago algo, pero el que tengo es valioso. Fue hasta hace poco (en “Espaditas”) que Chris tuvo un momento honesto conmigo sobre qué piensa de mi forma de trabajar. Ese mensaje lo atesoro que jode. Vamos a ver si lee esto y me lo dice. Es una concha de mango.
No trabajo con las personas más expresivas del mundo, para que lo sepan y estoy perfectamente bien con eso.
Creo además que ese detalle es justamente el secreto de EDN. Disfrutamos y respetamos mucho los inputs del otro, hasta cuando no estoy de acuerdo, que pasa bastante. Siempre tengo en mente que si el mundo se tripeara y se respetara de esa forma, todo fuera más sencillo y menos caótico.
Pero este mundo no es así y los hippies son unos asquerosos, así que: volvamos al cinismo.
Joda aparte, en su canal de Whatsapp Leo cuenta lo que le hizo sentir un concierto de Turnstile al que fue hace poco y se cuestionó si está haciendo lo que quiere realmente. No se refería al podcast (o capaz sí, cosa que me parecería natural con todo el tiempo que tenemos haciéndolo) pero sí a un peo de él interno y conecté mucho hasta que me di cuenta de algo bien pajúo…
Yo hago exactamente lo que me gusta y estoy hecho un malcriado.
Yo no puedo tener ese problema.
La cantidad de veces que me veo quejándome de vainas sin recordar donde estaba hace 7 años me da mucha vergüenza.
Claro, eso es pasajero y todos tenemos momentos donde nos sentimos una basura, independientemente de todo lo bueno que tenemos, pero estoy a punto de irme de gira a Europa de nuevo y tuve esa epifanía el sábado pasado que me paré relativamente temprano para grabar un episodio con un artista musical que llena estadios.
Te veo en la gira, por cierto. La cosa va así:
TICKETS ACÁ. Te mentí, si metí una imagen.
Sigo.
Iba manejando al estudio, sin música, sin nada y comencé a pensar:
“Ignacio: ¿tú te has dado cuenta que tu trabajo consiste en viajar por el mundo haciendo shows (solo y acompañado), hablar con tus amigos sobre las vainas que te dan risa y además conversar con probablemente los artistas más grandes e interesantes del mundo?”
A eso vamos a sumarle todo el capital amistoso que he construído durante esas conversaciones. Hoy en día, por el simple hecho de compartir un ratico con gente como esa, he entablado amistades brutales que conservo hasta el sol de hoy. Gente que un día está cantando en un arena de cualquier parte del mundo y esa misma noche se conecta conmigo a jugar Call of Duty.
¿En qué momento se materializó esa vida para mí?
Tengo una vida tan demente… Tengo accesos inimaginables a vainas musicales, de comedia, de cine, de tele y hasta de deportes que me saben a mierda, todo porque tres amigos tuvimos una visión loca de hasta donde puede llevarnos nuestra capacidad de conversación.
No me lo regaló nadie. Salió todo de mi cabeza junto a la cabeza de mis dos amigos. Ya venía por un buen camino con mi obsesión de convertirme en un comediante de los grandes, pero definitivamente una visión en conjunto es lo que me hacía falta para comprender lo verdaderamente ilimitado del potencial que tiene uno, siempre y cuando esté bien acompañado.
No siempre me he sentido así, es algo nuevo. Creo que tiene que ver con la manera en la que estoy disfrutando y entrompando el podcast desde hace poco y no les voy a mentir diciendo que siempre estamos en sintonía por el estudio. Es algo en lo que siempre hemos chocado y está bien que así sea porque de alguna manera u otra, ese choque mantiene todo en el medio. Ni muy como yo quiero, ni muy como quieren por otro lado.
Esa semi-nueva manera de ver las cosas está por el volver a hacer las cosas porque las quiero hacer y no para complacerlos a ustedes. Suena chocante, pero más adelante me van a dar la razón.
Necesitaba este refrescamiento mental.
Son 7 años de hablar ininterrumpidamente con dos amigos que ya forman parte del legado de mi vida, quiera o no. Depende de cuando me muera, si tomamos el tiempo como vamos ahorita, son personas con las que pasé al menos 10% - 15% de mi vida seguido. Nos van a asociar juntos hasta el día que nos vayamos de este plano y qué arrecho. Me tripeo que así sea.
También cansa y bastante. Re-enamorarme cada cierto tiempo del podcast ha sido parte del trabajo mental a trabajar ya desde hace unos buenos años, pero por alguna razón, esta reinvención se siente mejor que nunca.
Lo expresé en mi nuevo show de stand-up que escribí durante mi pausa mental y física y que probé en su totalidad hace unos días acá en la CDMX. Estoy en una etapa donde no me importa tanto un resultado sino el como me siento ejecutando.
Creo que ese ha sido el secreto de lo que estoy disfrutando ahorita: Me vale mierda números, estadísticas, plata, opiniones… Voy de verdad a divertirme. El que se quiera sumar, bienvenido siempre, el que no: nos vemos en otra calle.
Así comenzamos y curiosamente, en el peak más cool del proyecto, estamos regresando a ese feeling. Al menos eso siento en el ambiente del podcast ahorita.
Hace una semana también grabamos un episodio con dos leyendas de la televisión que marcaron una buena parte la manera en la que me crié y cuando salí de grabar, parte del equipo que estaba viendo el episodio fuera del estudio me comentó:
“Hace tiempo que no te veíamos así de feliz conversando con alguien nuevo. Se notaba lo que lo estabas disfrutando”.
Estaban en lo correcto y justo es consecuencia de este mindset nuevo.
En un próximo newsletter les digo cuando fue eso y con quién. Quiero volver a que sean sorpresa los friends del podcast. Pero es absolutamente cierto. Estaba emocionado.
Eso se volvió a despertar en mí con Escuela de Nada, que ya es un legacy project de mi vida. Ya no lo trato como una novedad o una máquina de sorpresas para ustedes. Es uno de mis tantos legados y vaya que me he peleado con la idea de que tengo uno (por temas de inseguridad) pero no está fácil asimilar que con una vaina tan pendeja como hablar, entender que has acompañado e incluso cambiado vidas.
No lo digo porque lo sienta, lo digo porque muchos de ustedes así me lo han hecho saber y que se tomen esa molestia es algo que les agradezco mucho.
Es para mí el privilegio de una existencia completa, serles útil en algo. Me dieron propósito y coño… Espero que siempre que se han acercado a mí o me han escrito o algo, sientan ese agradecimiento de mi parte. Es genuino.
Dicho esto, quiero que sepan que lo que viene con el podcast es salvaje. Estamos todos armando lo que va a ser la nueva era de EDN y lo que se viene no lo miden.
Ahora…
Los he malacostumbrado con este newsletter a siempre dejar una especie de reflexión cringy de autoayuda y hasta ahora es básicamente un desahogo personal y un agradecimiento hacia ustedes.
Acá viene tu moraleja, para no perder la costumbre:
… y perdón de antemano con lo que les voy a decir ahora. Espero se lo lleven de ejemplo a sus propios caminos:
No estoy haciendo esto por ustedes. Lo estoy haciendo por mí y PARA ustedes.
…que es muy diferente.
Todos siempre bienvenidos.
Y gracias de nuevo.
Tengo tu edad y me he preguntado lo mismo, de hecho , en tu show del viernes que hablaste de que te sabe a mierda todo, siento que estoy ahí también. Creo que está es la reecompensa de haber tratado tus issues y seguir en ello, porque eso nos lleva más a lo interno, a reflexionar y darle valor a lo que de verdad nos llena. Saludos y gracias por compartir, esto va más allá de entretener, es humano.
gracias por compartir tus pensamientos, este newsletter me encantó